Y al despertar, sequé mis ojos
y me largué a caminar por este barrio
que sin vecinos me crió.
Recordé sus crueles palabras
que resonaban en mis sueños
y la ternura eterna que lleva en sus besos.
También escuché un rato a mi corazón
que ahogado en llantos intentó
calmar el dolor que su rechazo me causó.
Y ahí entendí que me embarqué en un viaje
sin retorno, y al parecer sin llegada.
Un viaje al cual deseo ganarle esta jugada.
O quizá un viaje en el cual quiera curar su alma
y llevarla hasta al sol, como si nada.
Curar su desamor, sacar afuera lo hermoso de su corazón.
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